16 de abril de 2007

Una tarde en Manhattan

Entre la 33 y la 7a avenida
el viento de acero y su fría alborada sacuden mis pestañas
La yerbaseca pisoteada por las sombras
es una danza macabra al compás de las estrellas
El escarnio de esta ciudad y su charco de licores
desvía el vuelo de los pájaros
La luz de su pecho no encuentra una flama
y los minutos de una sonrisa se van al resumidero
Un faro sacude la arena de mis ojos
ambos nos reconocemos solos y vacíos
y la poeta sin darse cuenta muerde los cristales
de infinitos escaparates
no se sabe si afianzarse a la gélida mirada del faro
o a la ternura engañosa de la medianoche

De algo estoy segura
entre el faro y mi presencia,
ambos inspiramos lástima.



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